Mi Vida en el Infierno
- En voz alta
- 14 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 jul 2020
Viví durante 33 años en el infierno, sometida a lo peor, aguantando una brutal violencia por parte del padre de mis hijas. Lo conocí a los 18 años, los primeros tiempos fueron lindos, los dos trabajábamos a la par, teníamos una pizzería, compartíamos y disfrutábamos juntos.
Llevábamos 7 años juntos cuando quedé embarazada y llegó nuestra primer hija, tuvimos 3, y me hice 2 abortos sin que él se enterara, en uno de ellos casi muero, sus violaciones eran moneda corriente. La mayor es la que vivió lo peor, me ama sobre todas las cosas y no permite que me deprima. Con las menores no es tan sencillo, siguen en contacto esporádico con su padre psicópata.
Cuando no aguantaba más los golpes me escapaba con las niñas y dormía en la parada del ómnibus porque tenía miedo de que nos matara. Me aferré a mis hijas y les di lo mejor que pude. Yo solía llegar de trabajar y encontrarme con una bestia que requería absoluta atención y me golpeaba por cualquier cosa. Tiraba los platos con comida servida contra la pared. Si demoraba 2 minutos en llegar a casa, porque perdía el bus, rompía todo lo que encontraba a su paso. Nunca pude tener nada en casa, perdí la cuenta de la cantidad de televisiones que rompió.
Un día al volver de trabajar lo encontré con una amante, me echó la culpa… pidió disculpas “arrepentidísimo” y lamentablemente lo perdoné. Por unos días estuvo todo bien, es un gran manipulador, y después volvió el calvario...

Se iba a comprar el diario un domingo y aparecía de vuelta el lunes o martes alcoholizado, transformado.
Destrozaba la casa, me golpeaba. Me humillaba, descalificaba, desvalorizaba, me aisló. Me amenazaba con prender fuego la casa conmigo adentro, se sentaba en el sillón con una cuchilla en la mano.
Un día una de mis hijas lo denunció, le tomaron declaración pero no se animó a firmarla.
Siendo nuestras hijas ya adultas conseguí un trabajo que implicaba estar muchas horas fuera de casa el fin de semana. No sé cómo me lo permitió, posiblemente porque ya tenía una amante, escena repetida… solía meter mujeres en casa cuando yo no estaba. La menor de mis hijas me advirtió y me animó a denunciarlo luego de escucharlo hacer planes con su amante de turno para hacerme perder la casa. A la vuelta del trabajo agarre ánimo y fui a la comisaría, estuve 3 horas declarando…
Recibí apoyo y contención de la policía, la jueza y del equipo que hizo la pericia psiquiátrica, el diagnóstico fue “psicópata manipulador”. Me aconsejaban que lo mandara preso, pero yo lo único que quería era que lo sacaran de la casa. Después tuve que poner rejas porque tenía miedo de que volviera y me atacara.
En una de las audiencias me quedé muda, no podía hablar, sufrí ataques de pánico... la jueza asombrada me preguntaba: “señora 33 años, ¿por qué aguantó tanto tiempo?”. Yo también me lo preguntaba, no lo sé, no tengo respuesta. Recién ahora aprendí a hablar, hay muchas cosas que puedo expresar, otras tantas imposible poner en palabras.
Me derivaron a la Casa de la Mujer, donde recibiría apoyo, fui un par de veces, después no volví porque en cada oportunidad me volvían a preguntar lo mismo y era revivir lo sucedido a través del relato. De a poco fui rehaciendo mi vida, empecé a estudiar, a tomar cursos en el Instituto de la Mujer, Escuela Yaguarón, a salir, a hacer amistades, llenando mi vida de actividades para no pensar.
Así como el psicópata salió de casa ya tenía a otra mujer, quisimos alertarla mostrándole los informes judiciales, donde constaba el diagnóstico, pero lo defendió diciendo que con ella no era así, que era un amor de persona. El idilio duró poco, lo que dura el “bombardeo de amor” del psicópata, hasta que la convirtió en su nueva víctima. Pobrecita, lo que estará pasando… era una mujer muy elegante, independiente, tenía dos trabajos, amistades. La fue alejando de su familia y amigos, la hizo renunciar a sus trabajos y naturalmente hoy depende económicamente de él, ni siquiera le permite tener un celular, el control que ejerce sobre ella es absoluto.
El tema es que para ayudarla ella tiene que tomar contacto con la situación en que se encuentra, querer salir, si no todo intento es vano; él como buen manipulador la convencerá de volver una y mil veces. Increíblemente son así de hábiles; por eso es fundamental informarnos, conocer las características de los psicópatas, reconocerlos, tender redes y estar atent@s para ayudarn@s entre tod@s.
La buena noticia es que es posible salir, yo soy un vivo testimonio de ello.
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