Es tu vida
- En voz alta
- 29 jul 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 16 sept 2020
THIS IS YOUR LIFE

Vi este manifiesto impreso en una taza, uno o dos años antes de separarme, cuando sin comprender la situación, aún intentaba salvar una pareja que en realidad nunca existió. Siguiendo un impulso la compré y terminó convirtiéndose en un indicador de que algo andaba mal en mi vida.
Conviviendo con un psicópata es imposible amar lo que haces, mucho menos hacerlo con frecuencia, tampoco puedes cambiar las cosas fácilmente. Gracias a Dios nunca renuncié a mi trabajo, aunque me presionó una y mil veces para que lo hiciera. Eso me salvó, la separación hubiese sido una tortura mucho mayor, dependiendo suyo económicamente.
Comencé de a poco, asistiendo a un taller de arteterapia, era el único momento para mí, que por supuesto él intentaba invadir. Al principio lo tomó como una tontería y lo menospreció, hasta que empezó a molestarle cuando notó que me hacía bien. Era el único momento en que yo conectaba con mis emociones, con mi sentir y así vi que la pareja no estaba funcionando, que no existía y por supuesto todo era "culpa mía".
El siguiente paso fue salir a caminar; después de cada discusión era mi único desahogo ya que no era libre de llorar en mi propia casa y no tenía con quién hablar o desahogarme. Fue difícil abrir mi mente y mi corazón, a mi misma primero y luego a mi entorno, las caminatas me ayudaron a encontrar paz … hasta que volvía a entrar al infierno: mi casa.
Comencé a notar que nunca sabía con qué me iba a encontrar al llegar a casa, el aire se cortaba con cuchillo. Era una montaña rusa, nada de lo que yo hiciera o dijera estaba bien. Un día era el enemigo y al día siguiente un amor. Mi disonancia cognitiva llegó a tal punto que dudaba de mi misma, creí que estaba quedando loca y perdiendo la memoria, hasta que en un momento de lucidez, instintivamente, comencé a escribir lo que me decía.
“La vida se trata de compartir con la gente que te rodea” leí un día en la taza, y yo estaba cada vez más aislada. Con él cada vez compartíamos menos, mi familia y amistades ya no venían a casa y yo no era libre de ir a visitarlos sin que se desatara una tormenta, así que casi no nos veíamos.
Aunque ya habíamos estado separados, fue muy difícil terminar la relación definitivamente, con infinitas manipulaciones, acusaciones y reclamos de todo tipo; hasta simuló intentos de suicidio para manipularme... Y yo, sin saber que estaba frente a un psicópata, caía en su trampa una y otra vez. Fue un largo viaje hasta que, medidas judiciales mediante, establecí contacto cero.

No sé si la vida es muy corta para ser infeliz, lo que sí sé es que es una escuela y esta enseñanza fue la más difícil.
Tres años después, sigo lidiando con consecuencias de salud y legales de haber vivido tantos años con un psicópata, pero finalmente vivo en paz. Me volvió el alma al cuerpo.
Agradezco infinitamente a tod@s los que me apoyaron en este camino: médico, psicólogas, abogados, asistente social, amigos, familia y muy especialmente a mi hijo.
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