Diario de una enamorada...VIDA EN PAREJA
- En voz alta
- 19 ago 2020
- 3 Min. de lectura

Un día mi amante decidió que era hora de dejar su familia; pero no hay narcisista en el mundo que encare la vida en solitario...y yo era lo más a mano que tenía. Encaró su vida con su fiel escudero: yo.
Y desde ese momento hasta hace un año, fue la época más feliz, loca, terrible y caótica de mi vida.
Desde el primer momento viviendo solo para su historia, si me explico mejor, yo fui su 0 a la izquierda, mientras me usaba de eventual compañía, de escalón, de mucama, de calientacamas.
Yo supe estar en la cima de su supuesto amor y en el abismo de su más hondo desprecio.
Jamás, pero jamás, usó la verdad conmigo.
Me mintió desde lo más ínfimo a lo más importante, desde el primer día hasta el último que estuvimos juntos.
Y engañaba todo el tiempo, y siempre triangulando, teniendo plan B por las dudas...
Nunca me fue fiel. Ni de pensamiento ni de palabra y mucho menos físicamente.
Tenía infinidad de contactos en el celular, en el trabajo, en las salidas…
Siempre se las ingeniaba para estar con alguien además de mi.
Yo quería creer que me amaba, quería creer que había cambiado, seguía ignorando las señales.
Sobretodo insistía en verlo como una persona que sentía igual que yo; estaba convencida de sus sentimientos, nunca me plantee la posibilidad que el tipo no sintiera ningún amor por mi.
Y el maltrato al principio era velado: “bromas” dolorosas disfrazadas de chistes, mentiras a medias de cosas que les pasaron a otros, acusaciones infundadas, comparaciones permanentes…
Y empezaron a aparecer patrones, se ponía “raro” y sugería que yo estaba extraña; cambiaba las contraseñas y armaba un escándalo si yo hacía lo mismo… Buscaba excusas para “enojarse” y en ese ínterin se iba un par de días con alguien que conocía…
Y continuamente me lastimaba, se iba y volvía cuando quería. Mi resistencia era mínima, yo solo era su juguete, era su víctima perfecta.
Con un psicópata nunca nada es lo que parece.
De alguna manera se arregló para que en tres oportunidades alquilara un lugar para vivir los dos; siempre desde el costado, sin involucrarse demasiado para dejar en claro si algo fallaba que eso había sido idea mía y que el solo me siguió el tren.
Daba a entender cosas: que me ayudaría económicamente, que me solucionaría algún problema de los que surgen en la convivencia, y cuando llegaba el momento y él no cumplía su parte, entonces se deslindaba diciendo que todo había sido idea mía y por lo tanto me correspondía arreglarlo.
Así pagué durante años lugares que en un principio eran para los dos, metiéndome en cuentas y en préstamos para salir adelante, mientras él solapadamente ahorraba e iba juntando para su propio apartamento, el que luego le ayudé a amoblar y decorar.
Si me ayudaba, me pasaba factura; siempre exigía y para él nunca era suficiente.
Si me hacía regalos, me los quitaba... Yo pagaba el super y las cuentas, y si él en algún momento (que los hubo) pagaba alguna factura, se encargaba de resaltarlo bien y dejar bien claro el favor que me estaba haciendo.
Y siempre terminaba enganchada con algún tema económico, siempre me dejaba cuando estaba pagando algo para los dos, cuando estaba enferma, cuando las cosas se complicaban...
No hay abuso en el que no incurriera, y no hay vez que yo no lo absolviera y creyera en su arrepentimiento...
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